miércoles, 17 de julio de 2013

Trastorno bipolar bibliotecario

Funcionaria ejemplar de día, superheroína justiciera de noche

No hay nada como rebautizar algo (a ser posible en inglés), para que se venda mejor. Los coches con ziritione, detergentes con oxi action crystal white o cremas efecto lifting con partículas de diamante. 

Por eso, si a un bibliotecario pasamos a llamarlo community manager, la cosa cambia totalmente, el estereotipo caduco del profesional de las bibliotecas se resquebraja y descascarilla, provocando un efecto lifting que ni un cirujano de Beverly Hills sería capaz de conseguir.

Un post del blog del imprescindible Julián Marquina, es el que mejor resume esta fachada remozada de la profesión, esta glamourización que a veces nos empuja hacia una bipolaridad profesional.


El caballero oscuro leyendo: Batman visto por un psiquiatra



Dos caras
Si Batwoman era bibliotecaria de día, y superheroína de noche, muchos bibliotecarios tienen que conservar dos o más caras de nuestras instituciones, como el villano Dos caras de Batman, pero sin intenciones aviesas de por medio. Si según dicen, los bibliotecarios somos los superhéroes de la cultura, no será por nuestros superpoderes, sino por nuestra capacidad para mantener el equilibrio entre lo que se espera de una biblioteca de las de toda la vida, y lo novedoso que podamos ofrecer.

Pero, ¿qué esperan realmente nuestros usuarios de una biblioteca? Puestos a estereotipar, se podría decir que nuestros usuarios de la tercera edad seguirán confiando en encontrar la prensa diaria; los niños, cuentacuentos, lecturas o películas de moda; los padres y docentes, contenidos educativos; y los jóvenes, ¿qué esperan encontrar los jóvenes en las bibliotecas?, ¿cómo competir con los mil cantos de sirena que los reclaman?

El escritor Junot Díaz declaraba en una entrevista en El País semanal algo interesantísimo al respecto:

“Cada joven es un objetivo ambulante sobre el que las corporaciones se lanzan despiadadamente a fin de asegurarse que no les queda un solo momento libre […] cada vez que un joven abre un libro es tiempo que pasa sin pulsar botones, sin entrar en Facebook, sin pedir papel higiénico por Amazon. Si a una chica o a un chico les da por leer poesía, se salen de la cadena de producción de dinero y obtención de beneficios. […] . A las corporaciones les resulta insoportable la idea de que nadie le dedique a una novela las 20 o 30 horas que exige su lectura.”

La BRMU siempre fascinada con Batman


Y a tenor de uno de esos estudios que cada cierto tiempo se publican, no podría resultar más cierto. Se trata de una investigación realizada en dos universidades neoyorquinas sobre los hábitos de los jóvenes en las bibliotecas. Según los datos obtenidos, los estudiantes sólo dedican el 18% de su tiempo en las salas a leer, el resto lo dedican a redes sociales, visitar webs no educativas, ver vídeos o directamente a dormir.


Ser friki y disfrutarlo

Esto va camino de provocarnos un trastorno bi, tri y hasta cuatripolar a los bibliotecarios, de ahí que nos rebauticemos y hagamos lo que haga falta. En Todos somos frikis ya hablábamos de una campaña norteamericana para darle un aspecto más "actracativo" a las bibliotecas de cara a los jóvenes: declararse orgullosamente friki de algo y proclamarlo, y ahora en Alemania y Suiza la han hecho suya.

Pero como el término geek (bicho raro, friki) adoptado por los norteamericanos podía resultar algo inapropiado, han optado por BiblioFreak, que sin ser francés, suena algo más chic

Nile Rodgers era consciente de ello cuando fundó en los 70 su grupo disco: Chic, y de ahí que con su hit LeFreak hiciera que la juventud bailase. ¿Conseguiremos también las bibliotecas que la juventud baile con nuestro ritmo?
 


2 comentarios:

aureavicenta dijo...

Tremendo! Ha resultado de lo mas interesante el articulo y muy preocupante :-)






El blog de la BRMU dijo...

Gracias AureaVicenta. De momento los bibliotecarios trastornados o no, sobrevivimos, que no es poco ;)